Historia
Orden de San Lorenzo Justiniano
Las Monjas Justinianas, hijas espirituales de San Lorenzo, constituyen en la Iglesia una Orden monástica de vida Ãntegramente contemplativa. En sus monasterios, autónomos y de estricta clausura papal, se sigue a Cristo en pobreza, castidad y obediencia, conforme a la tradición propia de la Orden y en fidelidad a la Iglesia.
ORIGEN DE NUESTRA ORDEN JUSTINIANA
Nuestro nombre oficial, desde los inicios, es el de “Orden de Canonesas Regulares de S. Lorenzo Justiniano”. También es oficial, aunque más tardío y reducido, el de “Orden de S. Lorenzo Justiniano”. A raíz de la canonización de S. Lorenzo Justiniano, en 1690, comenzaron a llamarnos “Monjas Justinianas”, como más comúnmente se nos conoce. Somos una Orden Monástica femenina íntegramente contemplativa de clausura papal formada constitucional o estatutariamente de Monasterios autónomos, Fundaciones y Monasterios afiliados, según la situación y desarrollo de la Orden, unidos en Federación.
Nacimos el año 1490, cuando D. Martín de Seva y Valera, Deán de la Catedral de Cartagena (Murcia), después de una visita al monasterio de canónigos de San Jorge in Alga (Venecia. Italia), impactado por el espíritu evangélico de aquellos canónigos, concibió por inspiración divina la fundación de una Orden de Canonesas que tuvieran el mismo espíritu de los monjes. Habiendo reunido un grupito de 12 mujeres, entre familiares y sirvientas, consiguió del Papa Inocencio VIII, mediante bula pontificia, la aprobación de la fundación de un Monasterio dedicado a la Inmaculada Madre de Dios en la ciudad de Murcia.
Las monjas guardarían la Regla y Constituciones de la Congregación de San Jorge, por cuanto parecía ser este modo de vivir muy conveniente para el aumento del culto divino, salud de las almas y consuelo de los ciudadanos de Murcia. Así pasaron a España las miniadas Constituciones de San Jorge in Alga.
Pronto, de la mano y bajo la guía de algunos obispos o canónigos fueron surgiendo monasterios en diversas partes de la geografía española otros monasterios sin otro lazo de unión entre sí que la participación en un mismo espíritu transmitido a través de la observancia de la Regla y Constituciones de los Monjes de San Jorge in Alga. La suerte de dichos monasterios ha sido muy diversa habiendo desaparecido algunos de ellos.
La oración, la penitencia, la contemplación y la clausura fueron los ejes sobre los que se empezó a construir, desde sus mismos principios, nuestra vida consagrada. Ese movimiento inicial se fue encarnando en un anhelo profundo de vida interior, una fuerte exigencia de oración empapada del espíritu de S. Lorenzo Justiniano y, a la par, una entrega total de nuestras vidas a Dios ofrecida por el Vicario de Cristo, por los Prelados de la Iglesia y por el fruto de los ministerios sacerdotales en todo el mundo.
De este modo, nuestra vida se configuró en torno a nuestra consagración total a Dios, mediante los votos solemnes de castidad, pobreza y obediencia y una estrecha vida fraterna, amasando los quehaceres domésticos y nuestro trabajo artesanal, principalmente de costura y bordado, con una intensa vida de oración y contemplación, lectura espiritual, estudio y formación.
Herederas del rico patrimonio espiritual del Santo Patriarca queremos perpetuar en la Iglesia su don carismático recogido en su abundante obra literaria.